Winners a la baja
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
- T+
- T-
Padre Hugo Tagle
Leo en una encuesta aparecida hace unos días un dato preocupante. A pesar de los esfuerzos por mejorar la probidad y combatir la delincuencia, los fraudes y estafas, los jóvenes no manifiestan un rechazo o condena a las conductas corruptas como podría pensarse. Decepcionante.
Al menos la tolerancia a la evasión en el transporte público es aún alta entre los jóvenes. Casi el 40% de ellos tolera que la gente “se cuele” al transporte público. El punto no es menor, ya que la alta tolerancia a la evasión tiene una incidencia en su crecimiento, como lo dicen estudios similares. Si fuésemos más severos con quienes evaden o transgreden las normas, el respeto a la ley, a las ordenanzas y el orden público sería mayor.
Pero veamos el medio vaso lleno. Año a año aumenta el grado de intolerancia ante la corrupción, las transgresiones a la ley y orden, por pequeña que sea. Sí es preocupante que los jóvenes en general no se muestren tan críticos ante las malas prácticas laborales y sociales: tránsito, estacionamientos, movilización, negocios. Un rasgo de las nuevas generaciones es su desdén ante lo público. Una suerte de pereza que los lleva a evitar conflictos. Ante una situación de injusticia, es frecuente encontrar jóvenes que miran impávidos ante actos de bullying, acoso, o incluso hurtos en la vía pública.
Pero sí ha bajado la aceptación de las actitudes asociadas al concepto “winner” o “ganador” por parte de los chilenos. El listillo del curso o grupo, ése que le quiebra la mano al reglamento, aunque sea un poco, tiene los días contados. Por ejemplo, el 72% de los menores de 40 años rechaza el uso del “pituto” para conseguir un objetivo. Ahí hay algo bueno.
Lo que antes se admiraba como signo de inteligencia, hoy se rechaza y condena. Un Jadue, por citar a un conocido fresco, debería tener los días contados en Chile. Pero aún falta. De una u otra forma, estos personajes siguen siendo objeto de secreta admiración y envidia.
Pareciera haber un cierto afinamiento en la conciencia moral de los chilenos, pero una jibarización del sentimiento de pertenencia colectiva. El bien del todo redunda en mi propio bien. El rechazo a una actitud “winner” crece entre los chilenos. Pero “si la acción le afecta a uno personalmente parece imponerse la idea del ‘yo primero’, en particular si hay un perjuicio económico”.
El perjuicio “al todo” es un daño a cada miembro de la sociedad. Ya no “paga Moya”. Nunca ha pagado, por lo demás. Los perjuicios al bien social los pagamos todos. Cada uno pierde cuando pierde el otro.